Estos son los momentos en los que uno escribe por el vacío. No es cualquier vacío de esos que se alojan con cautela y llegan como el tornado. Es un vacío rutinario casi, casi fantasmagórico, siempre presente e intentando pasar a saludar. Y llega muchas veces en mi casa, casi siempre, le encanta el calorcito de mi cuarto y estar en el lugar de la computadora, es un buen amigo el vacío, pero siempre te sentís solo cuando estas con él. Al final, el vacío es lo único que siempre queda, que siempre está, desolador pero tibio aunque sea, saber que algo nos acompaña para siempre. Y hay fuego en todos lados, que se consume a sí mismo y a la gente, igual el vacío ocupa los lugares donde ya se ha extinguido, y es peor si no hay ni siquiera un poco de fuego, ahí el vacío reina sin temor a otros males, es el pastor de tus miedos y tus sonrisas torcidas, es la guía para tu cuerpo flagelado por el mundo verde amarillento y el sol bordó.
Y si escribimos por vacío, lamentablemente no dejamos atrás nuestro más que vacío; ya que, de la misma forma que el fuego pero sin calor, las letras abandonan su lugar en el consciente, dejando puro y delicioso vacío, aquello que describieron y repudian no tan en secreto, no tan a escondidas. ¿Por qué agarra la pluma o el teclado o la tiza el esbozo de escritor? Porque quiere sacarse el veneno de encima, quiere verlo escrito y limitado, aunque siga reinando su ser, tal vez ahora más completamente, aunque cuando deje las palabras no quede mas nada que una carcasa llena de girasoles deprimidos, y colas de ratón, en fin, nada. Y lo reconforta ver que pueden nacer de él tantas palabras tan complicadas y con diferentes significados, aunque su lengua sea tan limitada que repita las mismas expresiones con diferentes colores, aunque sus oraciones sean aburridas y rutinarias.
Aunque su escritura esté vacía.
Pero consciente de eso ataca y vuelve a atacar, tal vez resignado, y deprimido, ya sin fuerzas, sigue escribiendo porque a veces parecería que es lo único que queda, cuando respirar ya no es rico, cuando caminar cansa y parece todo estar tan eternamente lejos, cuando el corazón funciona solo, cuando la vida es levemente amarga y azul, ahí él sigue escribiendo, y ella también, y ambos le escriben al vacío y se escriben entre ellos y se quieren reconocer en las tinieblas y alargan sus oraciones como quieren alargar su vida y se estiran y se reconocen y finalmente se agarran, pero el vacío es tan punzante que duele en el costado y en todos lados y abandonar la lucha es más que el vacío, es unirse a él, al vacío y todo lo que representa, la muerte y la vida, y la rutina y la espontaneidad, vacío es todo vacíos estamos y vacíos vamos a encontrarnos con esa linda chica que nos mira con ese chico que nos espera con esa mujer con ese hombre con esa alma vacía que busca algo relleno en nuestro cuerpo y nuestro espíritu que también está vacío y todo corre rápido como el agua porque cuando va despacio es como el filo en la garganta y como la sartén en los dedos, y la velocidad no mata, mata el detenerse y ver, la velocidad consume desgasta y retiene la mente en un estado de nulidad, de vacío tal en el cual no se pueda percibir el hueco que rodea el espíritu y el cuerpo, y el vacío que rellena y recorre a todo el mundo que nos rodea y nos pregunta por qué estamos mal.
Justo ahí cuando uno relee amanece el deseo de mostrar, de exponer el sufrimiento de la vida de uno esperando que otros lo aplaudan o que se abandonen a la manera de ponerlo tan simple tan fácil, tan hermoso, poético, visceral. Pero lo cierto es que la gente no siente esto, todos lo ven como un pedazo de escritura más, y no asombra y no lo deja a uno más que vacío.
Vacío es todo.